Un barrio, un pueblo y un país unido ante el Coronavirus
En estos días de confinamiento, donde la información nos llega por todos lados, a veces, nos cuesta redactar una noticia. Damos mil vueltas a cada párrafo y leemos una y otra vez el texto antes de publicar cada noticia con el fin de intentar hacer nuestra labor correctamente.
Es difícil escribir y ser imparcial, escribir de manera sosegada sin poder expresar todo lo que uno opina de los diferentes frentes de esta crisis sanitaria y sus diferentes actores, porque, aunque en la actual situación que estamos viviendo el principal protagonista sea el Coronavirus, ha habido muchos factores previos que han propiciado que la situación se agrave y mucha gente que quiere avivar el fuego con crispación para intentar sacar partido de una cruenta etapa.
Hemos visto como muchas personas minimizaban a este virus, subestimando la situación con la famosa coletilla de «si esto es una gripe más» a golpe de tuit, tertulia tras tertulia y dárselas de expertos en cualquier materia, escenarios en donde prima la inmediatez que, en muchas ocasiones, destruye o difumina la veracidad.
Si, es fácil criticar ahora que estamos a toro pasado, pero es necesario recordar que en momentos donde el mundo te observa desde cada hogar y pantalla, hay que dejar hablar a los expertos en la materia, personas con tales conocimientos y capacidades que ilustren y ayuden a comprender a la población como proceder. Científicos, Virólogos, Epidemiólogos, Sanitarios y grandes eminencias del ámbito sanitario a los que parece que, solo escuchamos y prestamos atención cuando la cosa se pone realmente seria.
La globalización ha dado pie a que este infravalorado virus se haya convertido en una pandemia, el capitalismo ha intentado exprimir hasta el último segundo para sacar la mayor rentabilidad posible y reducir sus pérdidas, llevándose por delante miles y miles de empleos, llenando de incertidumbre a todos los sectores empresariales, pymes, medianas y pequeñas empresas, negocios familiares y la economía de muchas familias, sembrando un temor al futuro próximo, en lo que se convertirá a muy corto plazo en una de las crisis financieras más grandes de la historia.
Muchas de las decisiones políticas y medidas de confinamiento han llegado tarde, a pesar de todos los esfuerzos de la OMS y los médicos que trataron de primera mano con el brote inicial y masivo en Wuhan, casi todos los países afectados, han errado en los tiempos y no han tomado acciones que hayan amortiguado desde el inicio la escalada de casos positivos de Covid-19.
Políticos que han demostrado lentitud, falta de previsión y que muy a su pesar, han tenido que tomar una serie de acciones que ni ellos mismos imaginaban. Medidas estrictas para frenar esta situación que como alguno ha dicho en sus ruedas de prensa, ojalá no fuesen necesarias y esperan que, sean las correctas para reducir cuanto antes el número de casos positivos, el impacto del virus y el número de fallecidos en nuestro país.
Hemos visto elocuencia en muchas de esas medidas, gracias a las indicaciones de la OMS, la información coordinada desde los medios de prensa y televisión, los consejos de sanitarios, expertos y científicos que han estado y tratado a los pacientes en China, nuevas leyes en menos de 48h, partidas presupuestarias, ayudas e inversiones con las que se está intentando a duras penas sostener la economía mundial. Estamos viviendo en primera persona la imperante actualidad del temible SARS-CoV-2.
A su vez, hemos visto errores en ciertas medidas, las carencias de nuestro país por la falta de material y equipos de protección, las consecuencias generales que origina el galopante desfalco de dinero público robado en todos y cada uno de los casos de corrupción, la privatización y la externalización de servicios básicos a empresas, el horror de las cifras de fallecimientos en residencias de ancianos de Madrid, nuestra dependencia de productos fabricados en otros países, la sórdida actitud de la sanidad privada y mala praxis de muchas empresas y organismos clave, la desconfianza por parte de la población en ciertos momentos con cada nuevo comunicado y la falta de apoyo y solidaridad de ciertos países de la Unión Europea.
Hemos visto gente egoísta, incívica, que ha hecho de todo con el fin de intentar saltarse el confinamiento (hasta poner en alquiler a sus mascotas para paseos…) y también a muchos políticos que están rozando el límite de la desfachatez con sus mítines inocuos para su bancada, sembrando odio, buscando continuamente el conflicto e incapaces de bajarse el salario o renunciar a las dietas innecesarias por el bien común y del país, puro egoísmo.
Es importante la crítica y la oposición, pero eso no debe dar pie a que con el fin de alzar la voz y ganar seguidores, votos futuros o apoyos de los grandes poderes, se juegue y banalice con el sufrimiento y la perdida de las víctimas de esta enfermedad, a base de fotomontajes, Fake News, bulos por WhatsApp y campañas de viralización de mensajes desde ciertos partidos y grupos afines en redes sociales (como el caso de los chat bots con los que diseminan su azote). Cero autocrítica y nula mención a las acciones y medidas de recortes llevadas a cabo en pasados periodos, por ellos o por sus antecesores. Su moralidad ha sido noqueada y tendida en la lona por los hechos.
A fuego se va a grabar en la mente de muchos ciudadanos la pesadilla de la falta de equipos de protección y materiales sanitarios, las posibles estafas en los pedidos realizados por la Comunidad de Madrid, las dudas por la posible retención en aduanas de estos equipos o el intento de apoderarse de ellos desde otros países, el echar balones fuera y a otros tejados cuando algunos dirigentes tenían medio cuerpo en el fango al negar la evidencia y solicitar mesura y calma en comunicados, mientras las UCIs se abarrotaban de pacientes. El fariseo de los capitanes a posteriori, adalides de propuestas vacuas.
Los sanitarios y el personal no sanitario de nuestro país están demostrando un coraje inhumano, sin paragón, una vocación desmedida en luchar con toda su entrega y esfuerzo para sacar para delante a todos y cada uno de los pacientes. Están poniéndose en riesgo día tras día con el fin de evitar el gran sufrimiento de perder a un ser querido a muchas familias, llorando por rabia e impotencia al ver que la falta de recursos y el desmantelamiento de la sanidad pública han generado que en esta crisis sanitaria se tenga que tomar en muchos casos la durísima decisión del triaje.
Muchas de estas trabajadoras y trabajadores del sector sanitario han interpuesto su propia salud y bienestar por el bien común, para salvar al máximo de pacientes posibles, salvar a todas las familias de la peor desdicha y todo este esfuerzo está afectando a sus vidas, a sus familias y les marcará de por vida. Ya son miles los sanitarios que han enfermado por trabajar sin los medios adecuados ante la escasez de material…usando el símil bélico y heroico que tanto se escucha en estos momentos «Han sido mandados a la guerra sin cascos, armas y chalecos«.
Algunos de estos profesionales tras sus turnos maratonianos no están volviendo a sus casas para intentar evitar que su familiares puedan infectarse con este virus, se han alejado por precaución de sus seres queridos o en otros casos, no disponen de dicha opción y con temor, estrés y desasosiego llegan día tras día exhaustos a sus casas, limitan el contacto con sus allegados, cayendo rendidos en la cama para, recargar fuerzas, tachar un día más en el calendario y seguir al pie del cañón al día siguiente. No quieren ser considerados héroes, quieren y exigen coherencia a la sociedad y al gobierno, quieren que la sanidad pública sea protegida, uno de los pilares más importantes de nuestra sociedad y que esto se refleje como es debido en su labor diaria y condiciones laborales.
No solo los sanitarios, muchos otros trabajadores están día tras día silenciosamente sacando para delante esta dura situación: trabajadorxs de la limpieza, transportistas, reponedores, cajeras, cuidadorxs, empleados del servicio de recogida de basuras, taxistas que están ayudando altruistamente a todxs los sanitarios, bomberos y policías que coordinan la recogida de material hacia los hospitales, los pequeños comercios y mercados de alimentos de cada barrio, agricultores, ganaderos, empleados de las fábricas, profesorxs impartiendo clases online…todos reman y aportan su granito de arena para que cada familia con el confinamiento, siga desde sus hogares frenando y aplanando la curva de contagios (como no, pido disculpas de antemano si me olvido de algún gremio en este párrafo).
Y muchxs voluntarixs y gente anónima que, con cada uno de sus gestos y esfuerzos, están ayudando a las personas mayores y principales grupos de riesgo a que eviten al máximo exponerse a un posible contagio, ayudarles desde muchos frentes, para evitar que se sientan solos, desamparados, intentando hacerles lo más llevadera posible la cuarentena, dando apoyo psicológico, entablando conversación con gente desconocida que vive sola para acompañarles desde la distancia, por medio de la tecnología y la empatía.
Gente que también ha sacado su ingenio y por medio de impresoras 3D están haciendo equipos de protección, confeccionando pantallas protectoras, cánulas para respirados, sanitarios e ingenieros que están desarrollando mascarillas para respiradores, costureras que están confeccionando mascarillas, calzas y trajes herméticos con telas especiales, campañas de recaudación para la compra de material sanitario y alimentos, empresas que están donando materiales y un sin fin de pequeñas acciones, que todas ellas juntas demuestran el poder de apoyarse mutuamente entre todos, esa frase que luce desde el inicio del Estado de Alarma en el tifo de la afición rayista (Bukaneros) en el Hospital Infanta Leonor «Solo el pueblo salva al pueblo«.
Que sabias y certeras fueron las palabras de Antonio Machado:
En España lo mejor es el pueblo. Siempre ha sido lo mismo. En los trances duros, los señoritos invocan la patria y la venden; el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre y la salva. Antonio Machado
De este último grupo hemos visto gestos que nos han helado el corazón y devuelto la esperanza, como las cartas y dibujos de niñas y niños dirigidas a los pacientes para darles ánimo, mensajes de apoyo a los sanitario y a todos los trabajadores de sectores de primera necesidad, una comunidad de vecinos felicitando por su cumpleaños a su vecina más longeva, aplausos desde todas las ventanas y balcones a las 20:00, caceroladas reivindicativas contra la privatización del sistema sanitario, pancartas, mensajes y un sin fin de luces y flashes acompañando a la melodía del «Resistiré«.
Aprovechamos esos minutos posteriores al aplauso para charlar escuetamente y saludar a los vecinos, para poner canciones infantiles para animar a los más peques, para lanzar ánimo al vecino que está en cuarentena en su casa con síntomas leves y se asoma con su mascarilla en el rostro, vemos a la policía, bomberos y empleados del servicio de limpieza y recogida de basuras inundar de aplausos, sirenas y luces de emergencia la entrada y el acceso del Hospital Infanta Leonor y el Virgen de la Torre cada tarde, codo con codo ante esta desdicha.
Vallecas ha sufrido un duro palo, los hospitales estaban saturados, hemos tenido el mayor número de casos positivos, el ratio más elevado de pacientes por cama de UCI, faltaban medios, los sanitarios pagaban a escote material, agua y alimentos para atender de la manera más eficiente a los pacientes, la pérdida de empleos, el incremento de basuras y olores por el repunte de residuos sanitarios a Valdemingómez… a pesar de todo ello, hemos remado y remado para ayudar desde diferentes vías, con campañas solidarias como la de la Plataforma ADRV (afición rayista) que ha dotado de material a los hospitales y centros de mayores y de comida a la despensa solidaria de Villa de Vallecas, redes de apoyo mutuo como Somos Tribu VK haciendo recados a mayores y grupos de riesgo, Coronamakers con sus impresoras 3D y voluntarios y asociaciones vecinales que han confeccionado pantallas protectoras y equipos de protección desde sus casas, donaciones de mascarillas de buceo para su uso con pacientes que precisan de respiradores y como equipos de protección para sanitarios, empresas que también han puesto su granito de arena… un barrio, un pueblo y un país unido.
Quedan semanas, días y mucho tiempo hasta que esto vuelva a esa «rara» normalidad previa, esa que ahora, ya no parece tan normal. Unas semanas, días y horas que darán pie a un periodo extraño y confuso que invita a la introspección y que nos hará reflexionar a muchos sobre nuestro propio futuro y el de nuestra sociedad, el efecto que genera el ser humano en el planeta, tras ver que con nuestro confinamiento y lejanía de las calles, el cielo y el aire ahora es más puro y limpio, los pájaros son los únicos que rompen el tenue silencio donde antes imperaba el ruido del tráfico diario, las ciudades están vacías y los hogares están llenos.
Unas semanas en donde la mayor incógnita es que nos deparará, como saldrá cada hogar de esta crisis, que errores hay que evitar y que medidas se tomarán para que no se den nuevos casos (internos o importados) o un posible “baile” continuo en la gráfica de contagios tras el confinamiento.
Un confinamiento tras el que valoraremos como un tesoro el anhelo de un beso, el abrazo con un ser querido, las charlas y horas con los amigos y tras el que muchas familias, tristemente, recordarán y podrán despedir a quienes no han podido superar la enfermedad.
Un confinamiento tras el que muchas personas tendrán que lidiar con sus declaraciones, actos y consecuencias (periodistas, personajes públicos, grandes empresarios y políticos) y tras el que muchas familias rotas por la perdida y trabajadores que se han jugado el tipo, reclamarán justicia.
Citando las palabras del científico Valeri Legásov:
Decidieron que era más conveniente ignorar la verdad y hacer como que no podía resultar tan catastrófico como fue. Si algo es cierto, lo va a ser por más que un partido político o un grupo de personas decida que no lo es. No podéis debatir la gravedad, hay cosas que simplemente son verdad. Cada mentira que se cuenta, es una deuda con la verdad. Valeri Legásov
Con este texto, queremos dar las gracias a todas y todos los que estáis ahí, silenciosamente y desde el anonimato, haciendo todo lo que está en vuestras manos para ayudar, sanar, acompañar, informar, evadir la mente con música y cultura, en fin, mil y una veces gracias y a su vez, mostrar todo nuestro apoyo a todas las familias que han perdido a un ser querido.
Como decíamos al inicio, muchas veces nos cuesta conseguir que las palabras fluyan y encajen. Esperamos no haber errado y que este texto represente un sentir y una opinión, desde el respeto y la sensatez.
– Portal Vallecas –